Residuos tecnológicos, ¿existe una solución contra estos?

Cada año se generan en todo el mundo más de 40 millones de toneladas de residuos eléctricos, conocidos como chatarra electrónica. Montañas infinitas de frigoríficos, ordenadores, televisores, hornos, teléfonos, aparatos de aire acondicionado, lámparas, tostadoras y otros artilugios, con un peso total que septuplica al de la Gran Pirámide de Giza. Los grandes productores de estos desperdicios por persona son Estados Unidos y la Unión Europea, y los países emergentes, como China, generan una cantidad cada vez mayor. Solo una pequeña parte de esta chatarra —en torno al 15,5% en 2014— se recicla con métodos eficaces y seguros desde el punto de vista medioambiental.



Ghana, país de África Occidental que actualmente experimenta un crecimiento económico intenso, es un importante centro de recepción, recuperación y descarte de chatarra electrónica. Accra, la capital, cuenta con un próspero mercado de segunda mano, una red cada vez mayor de tiendas de reparación y una serie de actividades que intentan sacarle el máximo partido. A pesar de esto, en la ciudad también se puede encontrar un enorme y contaminado vertedero de este tipo de residuos.

Profesionales de la salud detallan los problemas que suponen para el organismo materiales como el plomo (anemia, incremento de la presión sanguínea, daño a los riñones, abortos, perturbaciones del sistema nervioso y disminución de la fertilidad del hombre), el arsénico (que resulta letal), el selenio (desde sarpullido e inflamación de la piel hasta dolores agudos), el cadmio (diarrea, dolor de estómago y vómito severo, fractura de huesos, daños al sistema nervioso, e incluso puede provocar cáncer), el cromo (erupciones cutáneas, malestar de estómago, úlcera, daños en riñones e hígado y cáncer de pulmón), el níquel (afecta los pulmones, provoca abortos espontáneos).


Uno de los dispositivos que más preocupa a ambientalistas son los teléfonos móviles, los cuales contienen en sus baterías componentes altamente tóxicos como: el litio, el níquel o el cadmio.

Para poder solucionar esta problemática se han propuesto varias soluciones como, por ejemplo, en la India en 2011 se aprobó una Ley de Basura Electrónica que responsabiliza a las empresas de hacerse cargo de todo el ciclo de vida de los productos electrónicos, desde el diseño hasta su reciclaje una vez que deja de funcionar.

Otra alternativa ha sido pensar y favorecer dispositivos reutilizables. Recientemente Google y Motorola presentaron el “Proyecto Ara“, un smartphone modular en el que se pueden reemplazar piezas. De este modo podrías actualizar la batería o el procesador del equipo sin tener que desechar todo el dispositivo.



Lo más importante es comenzar a tomar conciencia por parte de cada uno de nosotros. Si uno no hace nada por el lugar en el que vive, muy difícilmente otros lo hagan, y que cuando los dispositivos electrónicos pierdan su utilidad sean correctamente reciclados.

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